Reflexiones y diatribas de uno 🧉

Ya estas grande para aprender... como un niño (#2)

En esta segunda entrada de la serie de la cual El primer post está aquí continuaré donde había quedado y responderé a la pregunta con la que cerré anteriormente. ¿Qué es lo que diferencia la enseñanza a un niño de la enseñanza a un adulto?

Voy a aclarar algunas ideas y a contar la primera mitad de la respuesta a esta pregunta hablando de la enseñanza a niños y la técnica reinante hace ya muchas décadas: La Pedagogía.

La edad puede ser solo un número…

Como ya lo manifesté en la entrada anterior de esta serie, cuando un adulto tiene intenciones de aprender a tocar un instrumento musical (o aprender casi cualquier cosa) muchas veces se topa con una dificultad que le imposibilita recorrer el camino. Esa dificultad es que encuentra profesores que están preparados para enseñar a niños o a personas que sin ser niños pequeños aún no son adultos (por más que la edad cronológica lo sugiera).
Me detengo para aclarar a qué me refiero cuando digo “adulto”. Hay muchas definiciones para ese concepto en estos tiempos, casi una por persona. Pero voy a limitarme a solo unos ejemplos:

A la última definición de la lista es a la que me refiero cuando hablo de adultez. Esa que no solo tiene como condición aprobar materias universitarias o irse de vacaciones sin supervisión aunque con la tarjeta de crédito de los padres. Hablo de la autonomía por la cual podemos darnos una dirección personal, conseguir un trabajo (o inventarlo), casarnos, formar una familia, etc.
Este pasaje a ser personas autónomas hace que cuando buscamos aprender algo lo hacemos desde un lugar diferente al de un escolar. Y aquí comienza todo el desencuentro…

Prohibido para adultos…

¿Qué es lo que define la manera de enseñar según la pedagogía?1

En principio está claro que la responsabilidad del proceso completo está en el profesor, desde las decisiones de qué hay que aprender hasta el cómo hacer para intentar transmitirlas y finalmente evaluarlas para ver si esa transmisión existió o no. Al alumno solo le queda la sumisión y “hacer caso”.
Cuántos escolares aún no han recibido respuestas a la pregunta “¿para qué quiero saber trigonometría?” o “¿De qué me sirve memorizar las capitales de los países de Europa?”.

Entonces viendo una manifiesta ausencia de la voluntad y casi la negación de quien aprende2 podemos ver que este enfoque se sostiene con los siguientes supuestos:

Estos supuestos que dan orden a la pedagogía son desarrollados con más detalle por Malcolm Knowles3, un gran investigador y gestor de la ANDRAGOGIA, esa palabra prohibida de la que hablé en la entrada anterior.

No soy yo, sos vos…

Cuando pensamos una persona adulta que intenta agregar un espacio de aprendizaje a su vida y pasamos por estos supuestos vemos que casi nada puede salir bien…
Imaginen que un adulto quiere aprender a tocar la guitarra porque es su sueño desde muy joven o porque se entusiasmó viendo videos en internet y luego de buscar un profesor pidiendo recomendaciones a conocidos o yendo a alguna institución educativa se encuentra con que:

Hay dos tipos de personas que pueden soportar este modo (rayano en la locura) de dar una clase:

El resto serán “desertores”, esos que abandonan porque “no se comprometen lo suficiente”.

Me despido de esta entrada no sin antes contar que la próxima será el ingreso a la parte final que incluye las características a tener en cuenta para una metodología posible para enseñar sin aniñar.

Será hasta la próxima 🧉


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  1. Que quede bien claro que hablo de generalidades sobre la concepción de la enseñanza, no es mi intención lastimar algún exégeta de Piaget o de ningún pedagogo en particular.

  2. Da lo mismo que la clase sea para diez, quince o treinta porque se hará y dirá lo mismo. De ahí que muchos pueden existir o no, la enseñanza será lo mismo. Que no se malentienda, no lo juzgo, simplemente así funciona.

  3. Malcolm S. Knowles, Elwood F. Holton III, Richard A. Swanson - El aprendizaje de los adultos (Ed Oxford Press México, 2001)

#educacion